🟢⚽️ FinalScore #117 // El deporte no puede seguir siendo el cine mudo
por Ignacio MD Carranza
El invitado de esta semana me hace una especial ilusión porque ha sido uno de los grandes descubrimientos de este año: Ignacio MD Carranza, autor de la newsletter 👉Los Pasos de Bikila. Ya os he recomendado su newsletter en varias ocasiones y sé que muchos os habéis suscrito y cada miércoles recibís sus curiosas historias del deporte.
Hoy, Ignacio ha redoblado esfuerzos y nos explica a través de momentos épicos lo importante que es tener una experiencia sensorial completa cuando disfrutas de un evento deportivo. Ver, pero también escuchar a los protagonistas en los momentos clave.
La de momentazos que seguro que nos hemos perdido por no haber tenido un micrófono cerca….
Seguro que estáis deseando leerlo, así que os dejo con Ignacio, al que también podéis seguir en twitter (o X) 😆
EL DEPORTE NO PUEDE SEGUIR SIENDO EL CINE MUDO
El cine surgió con los hermanos Lumière en los últimos años del siglo XIX. Durante más de tres décadas el cine fue mudo, no se podía escuchar lo que decían los actores que sustituían sus palabras por letreros explicativos. Posteriormente, una innovación tecnológica y la valiente decisión de apostar por la mejora del formato transformaron el cine mudo en sonoro. El resto es historia.
Las retransmisiones deportivas llevan muchos años de luna miel con las audiencias televisivas. La feroz competencia que existe actualmente con multitud de canales que ofrecen una cantidad de contenidos casi infinita no parece afectar a la afición por el deporte vivido a través de la pantalla que mantiene muy buenas cifras de seguimiento.
Sin embargo, a pesar de los increíbles avances tecnológicos, muchas retransmisiones deportivas siguen el modelo que ya se practicaba allá por los años setenta. Esto es, ofrecen la imagen del espectáculo deportivo, pero no el sonido del mismo que se sustituye íntegramente por la narración de los comentaristas. No tengo nada en contra de los comentaristas, al revés, son un elemento necesario para ayudar a seguir la retransmisión. Es verdad que hay algunos mucho mejores que otros (pero ese ya sería otro tema que daría para otro post). En cualquier caso, creo que el comentarista no puede ser el único que aporte voz a una retransmisión deportiva. El espectáculo audiovisual se multiplica si el espectador además de verlo, también lo escucha, aunque sea parcialmente.
Todos vimos como Zidane le metía un cabezazo a Materazzi en la final del mundial de 2006 pero nadie escuchó lo que le dijo el italiano para provocar esa furiosa reacción de Zizou. Todos vimos como Mahomes volvía lesionado al campo, incluso cojeando, en el partido de Play Off de la pasada temporada contra los Jaguars, pero nadie sabe cómo convenció a su entrenador para que le dejara volver después de ser sustituido. Todos vimos que Olazábal esperaba a John Ram en el green del hoyo 18 del Master de Augusta cuando llegaba líder y a punto de ganarlo en el día que Ballesteros hubiera cumplido años. Pero ninguno escuchamos las emocionadas palabras que le dedicó.
Y así podríamos poner infinidad de ejemplos.
Es cierto que, poco a poco, se va ofreciendo al espectador algo de sonido deportivo. En muchos deportes se nos permite ya escuchar las indicaciones de los entrenadores en los tiempos muertos. Aunque normalmente se limitan a indicaciones tácticas con poco componente emocional, que es lo que realmente apasiona e interesa al espectador.
Es curioso porque hace casi 30 años el entonces llamado Canal Plus hizo un experimento de retransmisión deportiva en la que el árbitro llevaba un micro con el conectaban en determinados momentos del partido. Muchos de vosotros seguro que recordáis la icónica e inolvidable conversación que mantuvo con su asistente en la línea de banda (que se hizo famoso y sigue saliendo en la televisión) el inolvidable Rafa Guerrero. Hablo de un Zaragoza-Barcelona en la Romareda al comienzo de la liga.
El partido estaba tenso cuando se produce un incidente confuso en el área del Zaragoza mientras sacaba una falta el Barcelona. El caso es que el posteriormente célebre Rafa Guerrero llamó al árbitro para explicarle lo que había visto (en aquellos tiempos no había VAR). Mejuto González que era el colegiado se acercó, los de Canal Plus conectaron el micro para que todos pudiéramos escuchar la conversación, y Rafa Guerrero le indicó a Mejuto que había sido “Penalti y expulsión”. En ese momento os podéis imaginar a 35.000 almas mañas gritando de forma ensordecedora para meter presión en la consulta arbitral y que todo quedara en nada. La reacción de Mejuto, que se veía obligado a pitar un penalti y sacarle una roja al equipo local, no pudo ser más humana y comprensible “¡Rafa no me jodas!, me cago en mi madre”. Tras esperar unos instantes para sacar fuerzas, el árbitro preguntó “¿Expulsión de quién?” y el bueno de Rafa con la cara desencajada y la camisa que no le llegaba al cuello acertó a decir “del número 6”. Y ese fue su único error, porque efectivamente la jugada era penalti y expulsión, pero en realidad la acción anti reglamentaria la había cometido el número 5 del Zaragoza. El árbitro, claramente reticente aplicar la doble sanción al equipo local, no paraba de preguntarle a su asistente si el balón estaba en juego con la esperanza de que le dijera que no, y poder ahorrarse así al menos señalar el penalti. Sin embargo, el incorruptible Rafa Guerrero se mantenía firme e insistía en que el balón estaba en juego y había que señalar penalti también. Mientras todo esto sucedía, los jugadores de ambos equipos intentaban acercarse para inclinar la balanza a sus intereses. Uno de los del Zaragoza cuando escuchó el veredicto del asistente amenazó “como pites penalti nos vamos del campo ¿eh?” pero la decisión estaba ya tomada y el único que abandonó el campo fue el jugador expulsado.
Durante aquel partido Canal Plus puso a todos los espectadores a pie de campo. Y a pesar de que el experimento fue un éxito descomunal (o quizás precisamente por eso), ya que de la jugaba se habló durante semanas y meses (y algunos todavía nos acordamos) lo cierto es que en la gran mayoría de retransmisiones deportivas se sigue el modelo clásico de narración sin apenas sonido de campo.
La presente reflexión me ha surgido con ocasión de lo sucedido la semana pasada en la decimoséptima etapa de un vibrante Tour de Francia. Como muchos sabréis, se lo estaban disputando Jonas Vingegaar y Tadej Pogacar, los dos mejores ciclistas del momento y puede que de este siglo. El primero de ellos iba líder, aunque nadie dudaba de que el esloveno lo iba pelear hasta el final. Sin embargo, en mitad de esa etapa de montaña, Vingegaar empezó a distanciarse de Pogacar que se quedó arropado por varios miembros de su equipo para intentar recuperarse. Entre ellos estaba Adam Yates un fantástico escalador bien colocado en la general para intentar quedar tercero por detrás de los dos colosos.
Hasta ahí lo que veíamos. Pero el sonido entró en acción. Y la situación multiplicó su dimensión. La televisión francesa conectó el canal por el que se comunican los ciclistas con sus respectivos equipos y todos pudimos escuchar como Pogacar decía a su director deportivo casi sin fuerzas para hablar “I’m done, I’m death” a lo que el director deportivo rápidamente respondió “Yates fight for the podium, Mark always with Tadej” dando así una clase magistral de la gestión de los recursos de su equipo, al autorizar a su escalador para que “abandonara” al gran Tadej e intentara quedar tercero en la general de la carrera (cosa que por cierto consiguió) y, al mismo tiempo, ordenaba a uno de sus hombres que fuera cual fuera su ritmo se quedara acompañando y ayudando a Tadej Pogacar para que sintiera respaldado por su equipo en el momento más duro de su carrera profesional. Y todo ello fue posible a la inmensa humildad y honestidad del propio Pogacar que reconocía sobre la bici misma que acababa de perder el Tour de Francia. Ese momento de Pogacar completamente hundido por primera vez en su trayectoria profesional, narrado por el propio protagonista con apenas cuatro palabras se convirtió al instante en uno de los momentos más icónicos de la historia del Tour de Francia.
Y todo eso lo vivimos millones de espectadores en directo gracias a que pudimos escuchar el deporte, no solo verlo.
Todo esto me lleva a plantear la necesidad de que se tomen decisiones valientes en el marco de proyectos ambiciosos que lleven las retransmisiones deportivas al siguiente nivel. Los medios tecnológicos para poder hacerlo ya están disponibles o tienen una llegada inminente. Es cierto que ese enfoque se encontrará con la oposición inicial de los talibanes de lo que pasa en el campo se queda en el campo. En los años treinta del siglo pasado también muchos decían que el cine sonoro iba a ser un fracaso.
La realidad es que el deporte profesional no se entiende hoy en día si no es un buen espectáculo audiovisual y todavía existe un margen de mejora increíble en la forma de llevar ese espectáculo deportivo a las casas de los espectadores.
Quizás alguno de los que leen estas mismas líneas se atreva a liderar ese cambio.
por Ignacio MD Carranza
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Como aficionado de la F1 agradezco mucho las radios de los pilotos con los equipos a pesar de que sabemos que están seleccionadas y no escuchamos todo. En algunos casos, hacen más interesantes los momentos aburridos de las carreras.
Por no hablar de las recopilaciones de radios que hace la F1 en su canal de YouTube.
Un ejemplo a seguir!
Buenos recursos se pierden! En el fútbol todavía hay quienes dudan de transmitir de manera posterior los audios del VAR y el árbitro. Ver una carrera de F1 y escuchar la conversación de radio del piloto y el equipo es normal hoy y suma conocimiento y entretenimiento.
Será el miedo a quedar expuestos lo que frena a los protagonistas y decisores?