🟢⚽️ FinalScore #112 // Baloncesto universitario americano
por Uri Casas, desde Houston, Texas
Seguimos con las colaboraciones de los suscriptores de la newsletter y con el baloncesto como protagonista. Esta semana con Uri Casas que nos cuenta su interesante experiencia con triple aprendizaje: irse a vivir a Estados Unidos, encontrar trabajo en deporte y descubrir el baloncesto universitario.
Siempre que hablo con alguien joven, que está empezando y quiere trabajar en deporte, mi consejo es el mismo: vete a Estados Unidos porque allí hay más oportunidades, vas a aprender mucho y tu experiencia brillará en tu curriculum si algún día decides volver a tu país.
Os dejo con Uri.
Baloncesto estadounidense universitario o como un chico de un pueblo cercano a Barcelona, aficionado a casi todos los deportes, sintió que no sabía nada.
Retrocedamos a agosto de 2022. Cuando solo llevo 2 meses en Houston, Texas, me cruzo con la oportunidad de trabajar para una empresa responsable de la recolección de datos en tiempo real y en directo. Esto me llevará a vivir la experiencia del baloncesto americano universitario en primera persona.
Vaya por delante que antes de venir a tierras americanas seguía un poco la ACB, la Euroliga y algo de la NBA, pero no mucho más allá de las grandes estrellas y franquicias del continente de las barras y las estrellas. Ahora tenía ante mí la oportunidad de conocer más en detalle algo que hasta ese momento era entre desconocido y fascinante.
Durante mis 2 primeros meses en la compañía, me toca cubrir partidos de fútbol, bueno, para ellos soccer, y aunque para mí este trabajo es nuevo del todo, como auténtico enfermo del fútbol, lo disfruto un montón y a los pocos días, tendré la oportunidad de ver en directo a los recién llegados Gareth Bale y Chiellini jugando para LAFC, Ricky Puig en los Galaxy o el mismo Héctor Herrera en el Houston Dynamo, el ex Atlético, convertido en un ídolo de masas por la comunidad mexicana que vive en Texas.
Pero volvamos al baloncesto. La temporada empieza a principios de noviembre, pero yo comencé a cubrir partidos en enero ya que la oportunidad me llega medio de rebote, tengo que hacer una formación específica en mis horas libres y un partido de entrenamiento en directo. Con todo esto, me empiezo a dar cuenta que esta vez no será tan sencillo pero las ganas y la ilusión por descubrir algo nuevo están ahí muy vivas.
Supero este proceso y me comunican que me encargaré de cubrir partidos de 5 equipos de la ciudad, entre ellos, el femenino de los Houston Cougars, y el masculino y femenino tanto de Rice University, como también de los Houston Huskies. No voy a cubrir los Houston Cougars masculinos ya que han empezado la temporada con números de récord y se va a colgar el cartel de no hay billetes casi desde del inicio. La locura ha llegado a la universidad donde también jugó Hakeem Olajuwon y resulta complicado hasta para los estudiantes de la misma conseguir una entrada para animar a un equipo que en estos últimos años está sumando un buen número de victorias para deleite de sus aficionados.
Esto último, ya por sí solo me pareció suficientemente llamativo pero aún tiene más mérito si os cuento que el pabellón donde juega el equipo de la UH, el Fertitta Center, es un recinto donde caben ni más ni menos que 7.500 almas. Recuerda que estamos hablando de baloncesto universitario y que nos encontramos solo dentro de uno de los campus de una ciudad que también cuenta con un estadio para fútbol americano con capacidad para 40.000 personas.
Evidentemente, con un evento de tal magnitud, la experiencia y el despliegue es total, personal de seguridad en las puertas y accesos, bares interiores donde comprar perritos calientes, bebidas enormes, palomitas a tamaños industriales y nachos con queso, ¡mucho queso!
Aquí en la ciudad todo es enorme y hay espacio de sobra para mega construcciones y mucho cemento así que no faltará parking para todos los espectadores. Eso sí, cuanto más cerca del recinto, más sube el precio de las plazas, partiendo de 20 hasta 40 dólares para poder dejar el vehículo a buen recaudo durante el partido. Como dato curioso, a diferencia de lo que estamos acostumbrados, aquí los parkings los construyen hacía arriba y no subterráneos como en España.
Volvamos al show y es que sea el equipo que sea, no importa el tamaño o la entidad de la universidad, podremos disfrutar durante todo el encuentro de una banda de música formada por estudiantes de la misma que se encargan de animar a su equipo, e incluso, cuando llegan los tiros libres del rival, se dejan oír, provocando (quién sabe) más de un fallo decisivo. Cuentan con todo tipo de instrumentos e incluso sus estudiadas coreografías capaces de atraer la atención del público asistente.
En el mismo sentido que el punto anterior, no faltará un equipo de animadoras, sí, como los que estamos acostumbrados a ver en las películas. También son numerosas, aunque puede variar en función del tamaño de la universidad. Evidentemente, este es otro espectáculo que se repetirá cada vez que se pare el juego, y no son pocas las veces que esto pasa. A menudo, da la sensación que cada equipo cuenta con tiempos muertos infinitos. Aunque tiene trampa, ya que la televisión encargada de emitir el encuentro, también tiene pactados la elección de varios descansos para poder colocar a sus anunciantes.
Aprovechemos para hablar del alcance de todo este fenómeno en la televisión, y es que la NCAA, a través de diferentes cadenas, despliega una cobertura inigualable para ofrecer más de 1.500 partidos por temporada. Estamos hablando de una cobertura sin nada que envidiar a los grandes eventos y es que el contrato anual que esta recibe es de más de $870 millones de dólares y subiendo. Cabe decir que este montante no es solo para este deporte y es que honestamente, tengo que contar que hasta que llegué aquí, pensaba que la NCAA era la entidad que gestionaba el baloncesto universitario, pero no es así, sino que se encarga de todas las competiciones de ámbito estatal en edad universitaria.
En todo este show, no puede faltar los ingresos extra, así que si lo deseas, también podrás comprar merchandising de estos equipos, los cuales, visten las mejores marcas como son Nike (o Jordan en algunos casos), Adidas o Under Armour según tengan firmado. A diferencia de la NBA, cada universidad puede negociar por separado su proveedor técnico.
Terminaremos comentando el fin de temporada de una competición que empezaron 362 equipos, de los cuáles 68 terminaron jugando el famoso March Madness y una Final Four que tuvo lugar precisamente en Houston en el NRG Stadium, un recinto multiusos donde habitualmente juegan los Houston Texans de fútbol americano y muchos otros eventos de todo tipo. El estadio tiene una capacidad habitual para 72.220 espectadores, pero debido a que la cancha de baloncesto es más pequeña que el resto de eventos que se llevan a cabo, el aforo se amplía, y el sábado, durante la semifinal se llegó hasta las 73.860 butacas llenas a unos precios desorbitados, algo que no impide el sold out.
Durante toda esa semana, hubo multitud de eventos repartidos por toda la ciudad y para todos los públicos, algunos de pago y otros de acceso libre. Conciertos, demostraciones, sesiones de fotos con el trofeo, conferencias y todo lo que podamos imaginar para acompañar uno de los eventos de mayor repercusión del país. Por mi parte, tuve la oportunidad de poder entrar al estadio ese mismo viernes. Los 4 equipos semifinalistas hacen una sesión de entrenamiento de 1 hora de duración cada uno abierta al público y aunque no estaba lleno ni mucho menos, el ambiente y la magnitud de todo aquello era espectacular, así como una organización de diez.
Enormes cifras, solo al alcance de un país líder en la organización de eventos de tales magnitudes y con una pasión por el deporte que quizás ni estos números son capaces de reflejar.
Para terminar, ahora sí, quería dar las gracias a Miguel Ángel por la oportunidad de dejarme dar mi visión sobre este fenómeno y a vosotros por leerme.